Sabemos que la gestión de los residuos y la sobreexplotación de los recursos naturales son alguna de las principales amenazas del siglo. En los países desarrollados, consumimos de forma compulsiva sin importar la cantidad o calidad de los productos que adquirimos y mucho menos su impacto sobre el medio ambiente. Por su parte, los países en vías de desarrollado extrapolan nuestro modelo económico, acelerando el problema a escala planetaria.
Y es que el modelo económico tradicional o lineal está basado en el consumo de los recursos de forma ilimitada sin prestar demasiada atención al ciclo de vida de los productos ni a su impacto ambiental en cada una de las fases:
- Extracción de las materias primas en la naturaleza.
- Proceso de producción en fábricas.
- Empaque del producto.
- Distribución y logística desde los centros de producción hasta los centros de distribución.
- Uso por parte del consumidor.
- Desecho en vertedero.
El resultado de este modelo productivo unido a perjudicial publicidad de masas realizado por algunas empresas ha fomentado un modelo de compra consumista que pone en serio riesgo la capacidad de carga de nuestro planeta.
Para dar solución a estos problemas, la economía circular propone, como su propio nombre indica, un modelo circular en el cual, las empresas incorporen criterios de sostenibilidad en todas las fases del producto, favoreciendo la revalorización de los residuos y evitando la sobreexplotación de los recursos naturales. De esta forma, prevalece la reutilización de materiales frente a la extracción de nuevas materias primas, el uso de tecnologías que permitan optimizar el uso de la energía o el consumo del agua y la incorporación de criterios de ecodiseño en las primeras fases.
Dicho esto, se nos platea una cuestión importante: ¿cómo podemos integrar el modelo de economía circular en nuestra empresa?
Pues depende del tipo de empresa y de los procesos desarrollados. Los principales criterios a considerar dependerán de los impactos ambientales producidos en cada una de las fases, ¿no sabes cuales son los principales impactos ambientales que tu actividad genera? Pues debemos empezar por ahí, analizando cada uno de nuestros procesos y pensando en qué grado afecta al medio ambiente, teniendo en cuenta:
- La posible generación de vertidos
- La generación de residuos peligrosos
- El uso de materiales tóxicos
- Las emisiones generadas en los desplazamientos
- Las emisiones generadas por consumo de electricidad sin garantía de origen
- El dimensionamiento de los materiales utilizados
- Etc.
Para garantizar la economía circular en la empresa y una vez analizados los procesos y definidos los impactos ambientales, tendremos que establecer un plan de mejora que incluya alternativas más sostenibles a nuestros procesos en cada una de las áreas de actividad, por ejemplo:
- Optimizar los patrones de diseño para que no sobren materiales en la fabricación de nuestro producto.
- Disminuir la extracción de materias primas utilizando materiales alternativos procedentes del reciclaje y/o revalorización.
- Renovar la maquinaria antigua por otra más eficiente desde el punto de vista energético y revisar los procesos productivos para optimizarlos reduciendo el uso de energía, el consumo de agua o la generación de gases de efecto invernadero.
- Incorporar el uso de energías renovables para la generación de energía.
- Optimizar el proceso de distribución diseñando rutas más eficientes o incorporando a la flora nuevos vehículos menos contaminantes.
- Diseñar productos más duraderos de forma que se prolongue su uso por parte del consumidor.
- Establecer departamentos de reparación que permitan renovar piezas del producto en lugar de fomentar su desecho y compra de nuevos ejemplares.
- Diseñar piezas reciclables que permitan introducir los materiales en el ciclo de vida del producto y eviten la extracción de nuevas materias primas.
- Etc.
Como veis existen numerosas alternativas para fomentar la economía circular en la empresa, ya sea cuando se trate de empresas de servicios como para aquellas productoras. Din duda no es tarea fácil pero sí necesaria porque además de reducir nuestro impacto sobre el medio ambiente, nos permitirá analizar a fondo los procesos, optimizarlos e innovar estratégicamente para garantizar la permanencia de nuestra empresa en el mercado.
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